¿Les ha pasado que se levantan de malas toda la semana y de pronto es viernes y le gritan al microondas por quemar las palomitas? ¿No? ¿Sólo a mí? Pues cuando me vi insultando a un objeto inanimado me di cuenta que necesitaba un respiro. Alejarme del ruido, del tráfico, de otras personas (antes de empezar a gritarles) y claro, de los microondas. El plan se manifestó casi al instante: me iría yo sola a esconderme del mundo, a faldas del Tepozteco, en un hotel bonito: Amomoxtli (díganlo tres veces en voz alta y verán cómo se empiezan a relajar).
Amomoxtli
Amomoxtli
Amomoxtli
Por María Martínez Marentes
TEPOZTLÁN es un Pueblo Mágico en Morelos que se encuentra a menos de dos horas de la Ciudad de México. Calles empedradas, rodeadas de verde-que-te-quiero-verde, pulques, micheladas, quesadillas de comal con chapulines, taquitos de cecina… el pueblo en sí mismo es una delicia. Cerca del centro, adentrándote en los laberintos de piedra volcánica, se esconde AMOMOXTLI. Un hotel rodeado de jardines que ofrece clases de yoga, meditación, copas de vino y camas que querrás llevarte a tu casa.
Al entrar te reciben árboles de más de cien años y, a diferencia de otros hoteles, el sentimiento es que llegaste a una casita en el bosque con terraza y bar. En los jardines podrás encontrar ahuehuetes y amates, bugambilias y naranjos. ¿El corazón? La alberca y la mejor vista del Tepozteco (en época de lluvias, se alcanzan a ver las cascadas que se forman) y, porque la vida es una y hay que disfrutarla, hay dos jacuzzis. Ver el Tepozteco fijamente por horas, debería contar como terapia o al menos, un regalo que hay que hacernos una vez en la vida (o cada que le gritemos al microondas).
El hotel cuenta con 37 habitaciones y yo reservé la de “hasta el fondo” y no creo que me haya podido tocar una mejor. Hasta el fondo y alejada era justo lo que necesitaba. Las habitaciones cuentan con una salita y una fogata al aire libre, y una vez que entras al cuarto, es difícil querer salir: la cama te pide no dejarla nunca y los mosaicos de la regadera son una obra de arte. Fue el hambre lo que me hizo abandonar –momentáneamente– mi habitación.
El restaurante del hotel se llama MESA DE ORIGEN y su menú rinde homenaje a los ingredientes de la región. Para desayunar, huevos con flor de calabaza y nopales, gorditas de frijol negro, quesadillas de huitlacoche o chilaquiles de mole con cecina de res. Para cenar, crema de frijol con ayoyote, pozole de hongos, trucha en mole verde con calabaza tatemada o un conejo en mole de ceniza. Por decir algunas de las opciones, claro. El restaurante cierra a la hora de la comida pero te sirven en el área de la alberca para dar un toque más casual y porque comer con vista al Tepozteco tiene su encanto.
Todas las mañanas dan clases de yoga o meditación y por las tardes se ofrecen caminatas por el jardín, reflexología y hasta degustación de pulques. También puedes optar por reservar una de las actividades que ofrecen para conocer la región. A mí me gusta conocer lugares nuevos y caminar, así que me apunté para hacer senderismo a obscuras en los TÚNELES VOLCÁNICOS DE SANTO DOMINGO OCOTITLÁ en el corredor biológico Chichinautzin. Estos túneles, unos de los más largos de Latinoamérica, tienen poco tiempo de haber sido descubiertos y por lo mismo casi nadie los conoce. Yo entré por la CUEVA DEL DIABLO que cuenta con más de 2000 metros de galerías y durante el recorrido sólo estábamos yo, mi guía y los murciélagos. Este laberinto de túneles está formado de lava petrificada proveniente del volcán Suchiooc y forman cámaras de hasta 10 metros de altura en donde puedes ver a los murciélagos pasar. Además, las paredes brillan de color plateado gracias a los minerales que tienen. Entre más te adentras, más brillan. ¡Es una locura sentir que estás explorando el centro de la Tierra!
Al salir de la cueva y regresar al mundo, estaba empapada de sudor debido la humedad. Además, como es época de lluvias, aunque no estuviera lloviendo en Tepoz, en los túneles sí. El agua se filtra y parece llover allí debajo. Fue la excusa perfecta bañarme en la regadera de mosaicos de ensueño del hotel.
Salir a caminar y ver la tarde pasar en una alberca con vista al Tepozteco es relajante por sí solo. Pero visitar el spa del hotel tampoco está de más: temazcal, limpias, masajes y faciales. Lo que tu cuerpo y tu mente necesiten para calmar el estrés y las ganas de pegar de gritos.
Aquí los días pasan sin prisa.
Tepoz siempre es un placer y Amomoxtli llegó para darle un toque extra de magia y relajación. Un espacio en la naturaleza que le apuesta al wellness ubicado a escasas dos horas del ruido de la Ciudad de México. Es ideal para quienes quieren huir un par de días, para estar solas, reencontrarse y relajarse:
Amomoxtli
Amomoxtli
Amomoxtli
Cómo llegué
Desde la terminal de Taxqueña tomé el camión OCC directo a Tepoztlán y desde ahí, un taxi al hotel.
En dónde dormí:
Amomoxtli
info@amomoxtli.com
+52 (739) 3950012
Cómo ir a los Túneles Volcánicos:
Lo puedes reservar directamente en el lobby del hotel o contactar a Operadora Turística Tepoztlán
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