Perderse en los laberintos que la medina de Fes es un viaje sacado de un sueño. Nunca estás seguro de dónde estás ni a hacía dónde ir pero cualquier giro te lleva a una esquina mágica que deleita tu ojos. Fes-El-Bali (ciudad vieja) es una de las medidas más antiguas de Marruecos y no es tan turística como la de Marrakech (algo que siempre se agradece en lugares donde uno de los principales atractivos son los zocos –mercados– y el regateo es un arte cotidiano). Vale la pena perderse en el laberinto y descubrir las fuentes, las mezquitas y los tesoros que la habitan (si te pierdes demasiado, por un par de monedas, los niños te llevan de regreso a tu hotel).
Uno de los imperdibles es visitar Chowara Tanneries y ver cómo se tiñe el cuero con métodos antiguos. El espectáculo lo ves al entrar a una de las tiendas con terraza, desde donde puedes observar el espectáculo que dan los curtidores (te dan hojas de té de menta al entrar para proteger a tu nariz ya que parte de los ingredientes con los que tiñen las pieles son el excremento de paloma y las heces de vaca).
Consejo: Para los amantes de los tapetes (como yo), Fes es un buen lugar para comprarlos ya que los zocos no son tan intensos como en Marrakech y los precios no son tan inflados (los de inicio).
Sal de la medina para visitar las fábricas de cerámica y mosaicos para ver el trabajo que hay detrás de este arte (Marruecos está lleno de mosaicos increíbles y si conoces cómo los hacen desde el inicio, los disfrutarás más).
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