Jalisco es tierra de volcanes y tequila. Dos de mis palabras favoritas reunidas en un mismo lugar. Un viaje de caminos azules, pueblos mágicos, lagos y bosques. Siempre me han llamado los viajes que parecen cuentos, así que a la primera oportunidad… me fui por el camino azul.
Por María Martínez Marentes
Volé entre el blanco de las nubes para llegar a Guadalajara con el cielo de las seis de la tarde. Mi intención no era ir tras el amor de siempre –el mar– sino buscar tragos de agave y así probar un amor menos salado.
TIERRA AZUL
Al principio, la carretera de Guadalajara a Tequila parece ser una carretera más… gasolineras, curvas, rectas, música de fondo. La magia empieza cuando los primeros
agaves aparecen. El paisaje agavero de Tequila fue declarado por la UNESCO, Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2006 y recorre las zonas de Tequila, Arenal y
Amatitlán. Miles de agaves tequilana weber (nombre científico del agave azul) formaditos hasta el horizonte posan elegantemente ante los ojos de los viajeros de
carretera. Hace más de 200 años las primeras haciendas productoras de tequila plantaron los primeros agaves y empezaron lo que hoy, ya es un símbolo de la región.
Desde el mundo prehispánico se corrió el rumor que las piñas del agave cocidas sabían bien. Estos “pedacitos de mezcal” se empezaron a vender en los mercados por allá de los años 50’s y como el sabor es dulce, no pasó mucho tiempo antes de que un genio comprobara que estas pencas tenían azúcar y por lo tanto… podían convertirse
en alcohol. Después de muchas idas y vueltas nació, con el agave azul y destilado en estas tierras: el Tequila. Con denominación de origen, sí señor.
Este paisaje no es lo único azul de la región. El cañón Los Azules, a sólo un kilómetro y medio del Pueblo Mágico de Tequila, es muy azul también (si no ha llovido, claro, la lluvia tiene el don de hacer grises las aguas). Además de verlo y nadar en él, se puede realizar rappel en sus dos cascadas. Si la verticalidad es lo tuyo, aquí es un buen lugar para estar. Pero a mí me llamaba a los lejos, otra cosa, otro sabor. Lo-mío-lo-mío no es colgarme de cuerdas y descender valientemente y a saltitos por acantilados. Lo-mío-lo-mío son los tragos con sabor a agave, así que la frase ‘¿quién quiere un tequilita?’ acaparó toda mi atención. Como dice la canción ‘de Tequila, mi mezcal’.
En Tequila abundan las 'fábricas' de la bebida que lleva su nombre. La destilería de La Cofradía es un buen lugar para los que quieran conocer el proceso más artesanal. Te dan visitas guiadas con degustación y para comer tienen un restaurante ubicado a 4.5 metro bajo tierra: la Taberna del Cofrade que ofrece una probadita de los cinco estados que comprende la denominación de origen del Tequila. El guiño de este lugar es su hotel: Matices. Dormir dentro de una barrica tiene bastante encanto. Imagina. “Y entonces ella –al anochecer– salió a su terraza para comprobar que el sol, como cada noche la dejaba sola, pero cientos de agaves formados cual soldados, la acompañarían toda la noche”.
LEJOS DEL MAR, RODEADA DE AGUA
En la ribera del lago de Chapala –el más grande de México– hay varios pueblos encantadores. Ajijic es uno de ellos: de un lado la Sierra Madre Oriental y del otro, el
lago de Chapala. Desde que llegas, sabes que estás en un lugar especial (algo en el aire y en sus colores). Su encanto no pasa desapercibido en el extranjero ya que miles de canadienses y estadounidenses hicieron de este pueblo su hogar. Un oasis cultural en donde el arte de “pueblear” es la especialidad.
Un secreto mejor guardado, es la Isla de Mezcala, también conocida como la isla del Presidio. Se encuentra frente al pueblo de Mezcala de la Asunción. Esta isla –fundada alrededor de 1280– tiene un capitulo fascinante en la historia de la Independencia de México: en 1811 un grupo insurgente se instaló aquí durante más de cuatro años resistiendo el ataque del ejercito realista. Y si no hubiera sido por las enfermedades de las que fueron víctimas nunca los hubieran podido sacar; los insurgentes privaron a la isla de comida, productos de higiene y medicinas para asegurar que las epidemias se siguieran propagando y tuvieran que rendirse. Una vez que los lograron sacar, como castigo, levantaron el presidio que hoy, aunque ya no funciona como tal, sigue en pie. Es la única estructura militar en Jalisco y la resguarda “el árbol de la vida”. Un árbol cuyas enormes raíces asemejan las patas de un elefante.
CASAS BLANCAS CON TECHOS DE TEJA ROJA
Rodeado de bosques de pino y encino se encuentra el pueblo mágico de Tapalpa. Al centro, levantada a base de ladrillo, la Parroquia de San Antonio. Aquí el chiste es caminar, cafesear, volar, comer y repetir. Sin prisa. Lo-mío-lo-mío es volar y eso fue lo que me trajo a esta esquina del mundo de casas blancas con techos de teja roja. Y buscando el cielo perfecto, primero me encontré, a cuatro kilómetros del centro, Las Piedrotas. Como su nombre bien lo indica, es un valle con piedras tan grandes, que te hacen sentir chiquito. Después de jugar un rato con estos gigantes de piedra llegué a una de las zonas de vuelo en parapente más impresionantes del mundo; con el aire correcto tu vuelo (libre y sin motor) puede durar hasta 40 minutos. El cielo en tus manos y las lagunas de Sayula a tus pies.
OLOR A FOGATA
La Sierra del Tigre, un bosque de más de seis mil hectáreas, es un paraíso natural ideal para caminarlo o recorrerlo en bicicleta. El nombre es porque antes, a los gatos monteses de la zona, se les confundía con pequeños tigres. Awww. Para una noche de incontables estrellas y olor a fogata, lo mejor es acampar. ECOCAMP te da el punto medio perfecto entre un campamento improvisado y con uno ya montado con todas las comodidades y seguridad. Para aquellos que no quieran andar cargando la tienda de campaña por todos lados, aquí ya las tienen montadas con camitas. Guiño guiño. Un hiking nocturno y una fogata con bombones, salchichas y un poco de vino harán que quieras pasar más de una noche en este bosque de gatos que parecen tigres.
BLANCO Y CELOSO
El volcán Nevado de Colima es un gigante de 4260 metros de altura. Está dormido. La mejor época para visitarlo es entre noviembre y marzo cuando se viste de blanco… los volcanes dormidos y nevados tienen un no-sé-qué-que-qué-sé-yo cuando se visten de nieve. En carro puedes llegar hasta “las antenas” pero lo bonito, lo chulo, el clímax del cuento, es caminarlo completito. A los volcanes hay que dedicarles tiempo, sentir sus grietas y lo que crece de ellas. Son salvajemente hermosos de conocer. El cansancio se acentúa porque, además, es celoso y no se deja ver siempre. Pero ay, cuando por fin se lava las nubes del pico y te regala la postal perfecta, sientes que ya lo puedes tutear.
PARENTESIS LARGO Y BONITO
(Cerca del Nevado se encuentra Zapotlán El Grande un municipio que alberga una de las escuelas más originales de México: la escuela de charrería López Díaz –pa’ los que no quieran estudiar también cuentan con la modalidad de hotel y restaurante–. La escuela está abierta para cualquiera que quiera dominar el arte del lazo, la silla y el estribo. Charros y escaramuzas por igual. Todo el año o cursos de verano. ¿Ya te quieres inscribir? Informes aquí .
Cómo llegué
Volé de la CDMX a Guadalajara y de ahí, road trip, baby!
Si quieres hacer este viaje acompañada de expertos,
puedes contactar directamente a ECOCAMP o PURAVENTURA
(si te interesa el ciclismo de montaña ellos conocen las mejores pistas de Jalisco).
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