Advertencia: la escritora de esta nota, ama la cerveza y siempre se le antoja echarse una o dos. Siem-pre. Y más si hay un jardín de por medio. Si te sientes identificado con este tipo de personas, sigue leyendo. Es Colima se hace una de las cervezas más ricas de México y pues ni modo, nos fuimos al Jardín Trapiche a conocer, a beber y a pasarla bien.
Por María Martínez Marentes
“NOS GUSTA MUCHO SER DE AQUÍ”, el letrero brilla al fondo del bar para indicar el lugar preciso de la barra. El punto de encuentro entre yo, la amante de cerveza, y una Páramo bien fría. Antes de llegar a Colima ya me declaraba fan-from-hell de esta Pale Ale estilo Americano con nombre de un mal padre: Pedro Páramo. En palabras de sus creadores, la Páramo es una chela “inspirada en los pasadizos, brincos narrativos y murmullos que se escuchan en las calles del Cómala de Juan Rulfo”. Tiene tres tipos de maltas (Pale ale, Munich y Caramunich) y es amarga. Como un buen amor que se convirtió en ex.
Páramo en mano. Colima es uno de esos lugares en el mundo que sabe llamar tu atención: tierra de volcanes, playas de arena negra, mar y bosques de mil palmeras. En Colima está Cómala, un pueblo mágico y blanquísimo. Es el tercer estado más chiquito de México pero se sabe grande. Tengo que confesar que cuando leí el “nos gusta mucho ser de aquí” hasta se me antojó ser de ahí.
–¿Y ahora cuál me recomiendas? Me gustan las oscuras.
–Ah, pues la Ticús.
Ticús en mano. Es una cerveza porter, obscura-obscura y ligera. El primer trago, que recuerda al café y al chocolate, me enamoró un poquito. Sin importar el calor, esta cerveza negra sí refresca. Ahora sí, ya más entrada en ambiente, me pongo a observar el lugar: un jardín con mesas de madera largas, algunas comunales, mucha gente (siempre es reconfortante saberte cerca de los tuyos, echando la chela y algunos, cenando. Las hamburguesas pintan bien. Junto a mí hay un escenario o más bien… un espacio más o menos montado perfecto para que un grupo toque entre amigos. Acá, hay jueves de jam y martes de causas y colectivos (parte del dinero que se junte ese día, lo donan a una causa chida).
Colimita en mano. Probablemente la chela más famosa de esta cervecería es la Colimita. Una lager muy bien hecha. Esta chela fue la que inició todo este desmadre. Querían hacer una cerveza que al probarla, estuvieras donde estuvieras, te supiera a este jardín con vista al Volcán de Fuego. Nota amarga con un toque floral. Perfecta para acompañar el ceviche.
Colimita, Páramo y Ticús son las más famosas (o al menos las que yo conocía) así que ahora tocaba probar las dos que siguen siendo de cajón, de esta cervecería que te hace sentir que eres parte de la familia: Cayaco y Piedra Lisa.
Cayaco en mano. Una cerveza que te quita el calor (y con toda la intención) y el sofoque de la humedad. Su nombre inspira la sombra de la palma del Cayaco. Tiene algo de cítrica. Aquí ya se me empezaba a mover un poco el piso y decidí pedir la hamburguesa. Esta chela me provocó antojo de hamaca, ¿la podré pedir también?
Piedra Lisa y hamburguesa en mano (qué bien se está en este jardín). El nombre inspira una leyenda que básicamente dice que si la pruebas, regresas a Colima (o te casas con algún colimense). ¿Será que Colima sí se me haga la buena? Una IPA de Sesión que te invita a echarte otra; además de que es rica tiene un contenido de alcohol moderado. ¿Otra? Pues otra. Hay que vivir Colima ¿no? (Excusas para seguir bebiendo).
Como extra, es en este jardín en donde se pueden probar las chelas que van sacando por temporadas como las Colimota Uno, Dos, Tres y Cuatro, la Marabasco, la Cabañuela y la Roca Partida. Además de los inventos que hayan creado en la fabrica que, by the way está ahí mismo y se puede visitar.
¡Salud!
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