Fin de año en algún lugar que ayudara a cerrar, a abrir y a celebrar. De una forma distinta, así fue. Un relato en segunda, primera y tercera persona, sin orden y solo contando.
Por Diego Chavez
Queríamos cerrar el año en un lugar que nos gustara y que fuera importante para los dos. Que tuviera todo lo que buscábamos para tener el mejor inicio de año y para festejar nuestro aniversario juntos. La decisión fue fácil: Oaxaca. Centro de arquitectura colonial, comida deliciosa, mezcal y lugares sobre las nubes, que nos dejaron sin aliento.
Decidimos hacer un roadtrip de nueve días para tener un poco de todo: romance, fiesta, descontrol, hongos, cultura y la mejor comida.
Día 1
San José del Pacifico
El viaje fue largo; teníamos que llegar de la CDMX hasta San José del Pacífico, un pueblo en medio del bosque a 2500 metros sobre el nivel del mar, su altura hace que estés por encima de las nubes rodeado de gnomos y seres fantásticos que aparecen por el camino cuando estás dispuesto a abrir los ojos. Nos tomó casi ocho horas de camino llegar al Hotel Cabañas Puertas del Sol. Un lugar increíble en donde no desaprovechamos la oportunidad de disfrutar románticamente la luz de la linda chimenea que está dentro del cuarto mientras observábamos por la ventana, la cama de nubes a nuestros pies.
Para festejar que habíamos llegado, decidimos cenar y tomar varios mezcales (a solo 10 pesitos el trago) en el restaurante del hotel y después, seguir disfrutando de la chimenea del cuarto.
Siempre recordaré este día con la luz en tus ojos reflejando los míos y el sonido del aire de fondo moviendo los árboles viejos y revolviendo los seres fantásticos del bosque.
Día 2
San José del Pacifico
Caminamos por la carretera unos 50 metros para llegar al pequeño pueblo, ahí paramos en los diferentes comercios locales en donde por cuarenta pesos desayunas IN CRE Í BLE. De verdad, la comida local fue de lo mejor. Terminando de desayunar, decidimos perdernos en el bosque para respirar y escuchar, platicar y disfrutar.
Después de perdernos un rato fuimos, por recomendación, a una pequeña cabaña apartada, en donde con un poco de ayuda de hongos silvestres preparados con miel a manera de té, vimos más allá de lo normal, comimos los mejores manjares (¿te acuerdas del sabor de esa sandía y de la jícama que probamos?) y observamos el atardecer. Todo, sobre las nubes. El “viaje de hongos” es un ritual prehispánico cuyo objetivo es el auto conocimiento, la sanación y la revelación…
Volví a ver eso en tus ojos que me hacía pensar que eras tú.
Así se escondió el sol y apareció de nuevo la fogata dentro del cuarto.
Día 3
San José del Pacifico
–¡Denme más comida oaxaqueña, por favor! Enchiladas de mole negro, verde o coloradito. Tasajo asado, tlayudas, tamales… café de olla o chocolate para acompañar.
Después de la gran experiencia del día anterior y con la excusa de que ese día era nuestro aniversario, decidimos ir de nuevo a esa cabaña apartada en el bosque a tomar un poco más de té, queríamos repetir lo increíble del día anterior, el viaje extrasensorial que nos hizo sentir tan bonito. Pero esta vez fue distinto. Esta vez… la magia no apareció.
Hablamos y hablamos y decidimos y bailamos arriba de las nubes…
María Sabina decía que “los hongos alucinógenos son una herramienta espiritual para aquellos que desean limpiar su alma” pero no todas las limpiezas son bonitas, a veces requieren de lágrimas. Uno de los consejos que dan antes de hacer un viaje de hongos es desintoxicarse: no carne roja y cero alcohol (consejo que nosotros claramente no seguimos).
El mal viaje emocional terminó justo a la hora de la cena y la gastronomía oaxaqueña ayudó a que recuperáramos el piso y las ganas. Fuimos a la Taberna de los Duendes, https://www.facebook.com/LaTabernaDeLosDuendes/ un pequeño restaurante italiano que ofrece pastas deliciosas, mezcales y la mejor onda en el pueblo.
pero la fogata esa noche ya no prendió como los días anteriores.
Día 4
Ocotlán de Morelos, San Martín Tilacajete, Santo Tomás Jalietza y San Bartolo Coyotepec
El roadtrip siguió con el sol puesto totalmente, la primera parada fue Ocotlán de Morelos, donde paramos para desayunar en el mercado, la gastronomía oaxaqueña se encuentra en su gente y en sus mercados: quesadillas, elotes cocidos con limón y sal y taquitos de chapulines “guisados”. Les prometo que la comida oaxaqueña, no los defraudará.
Terminando queríamos volver a sentir la parte mística y fantástica de Oaxaca, por lo que paramos en San Martín Tilcajete y Santo Tomás Jalietza para ver sus famosos alebrijes: figuras de seres fantásticos como monstruos y dragones, pero también perros e iguanas que expresan parte de cosmovisión de los pueblos oaxaqueños. Tallados en madera de copal y pintados a mano, los alebrijes hoy en día son considerados más que artesanías, obras de arte.
El camino nos acercaba a la ciudad de Oaxaca, pero antes, una última parada: San Bartolo Coyotepec, un municipio famoso por ser la cuna del barro negro. Es el único municipio en donde se trabaja este arte y, además, el pueblo fue trazado por el mismo arquitecto que trazó la ciudad de Oaxaca. Aquí compramos los recuerditos para la familia y en donde, se nos pegaron un par de cositas de más para nosotros.
Cansados, llegamos a Oaxacalli, un pequeño hotel en el centro de la ciudad de Oaxaca.
Día 5
Hierve el Agua y Mitla
Te faltaba conocer la parte turística de la bella Oaxaca, así que este día lo destinamos a eso, a que no te perdieras nada y que recordaras todo.
Empezamos por Hierve el Agua, aún con el bullicio por ser un lugar popular, llegamos temprano y pudimos disfrutar bajo la famosa cascada petrificada de un poco más de 200 metros, formada hace millones de años gracias al escurrimiento de agua carbonata proveniente de los manantiales ubicados en la cima de la barranca. Después de ahí y antes de que llegara toda la gente, partimos en dirección a Mitla, un hermoso centro ceremonial que destaca después de Monte Albán por su importancia para los zapotecos. Ahí comimos un poco de garnachas para espantar el hambre: recuerden que la gastronomía oaxaqueña está en su gente y en sus mercados.
Aprovechando el camino y ya con un poco de sed, decidimos ir a Matlatan a probar mezcal en las diferentes destiladoras que son la fuente principal de ingreso del pueblo, compramos algunas botellas de souvenir y regresamos al hotel. Ya un poco cansados cenamos algo rápido en Casa Taviche, su propuesta te lleva a todos los rincones de Oaxaca para que pruebes, con ingredientes frescos, lo mejor del estado.
Día 6
Ciudad de Oaxaca
Cierre de año y de nuevo juntos.
Este día decidimos no hacer mucho para para estar descansados para la cena de la noche. Para desayunar dimos un paseo por el famoso Mercado de la Merced y después fuimos por un rico chocolate a El Mayordomo.
Caminando y platicando llegamos hasta el jardín botánico, un jardín con casi tres hectáreas de superficie y que posee varios microambientes. Está ubicado en el centro cultural Santo Domingo, lo cual le da un toque de magia extra a los diferentes climas que habitan dentro del mismo.
Antes de la cena, pasamos a tomar unos mezcales para brindar y disfrutar con buena y mala música que nos hacía reír, en Mezcalería Los Amantes, después de esto celebramos nuestra cena de año nuevo en El Tendajon Agavería en donde como siempre la gastronomía fue increíble y la bebida siguió pasando.
Y ese fue el último brindis del año…
Día 7
Monte Albán y Santiago de Appala
Crudos pero viajeros… Monte Albán nos esperaba, querías conocerlo y así fue. Con el sol sobre nosotros y deshidratados por el alcohol, caminamos para admirar y seguir platicando. Monte Albán, como casi todas las ciudades prehispánicas fue habitada por más de una cultura, las dos principales: los zapotecas y los mixtecos. Hay tres edificios principales: la Plataforma Sur, el Juego de Pelota Grande y el edificio de los Danzantess. Recuerdo que solo pensábamos qué increíble lugar.
Después de asolearnos, tomamos el auto y manejamos a Santiago de Apoala (en misteco ‘donde reparten el agua’) para ver sus cascadas, peñas y cañones. También hay “bosques fantasmas” de encino y heno. Un lugar para quedarnos más tiempo, pero tiempo no tuvimos. Aun así, valió la pena.
Regresamos al hotel y caminamos en la ciudad de Oaxaca perdiéndonos por sus calles y en algunos bares. No queríamos dejar conversación terminara…
Día 8
Ciudad de Oaxaca
Este día lo dedicamos completamente a la ciudad. Queríamos relajarnos, comer y seguir platicando… Tobaziche fue el lugar que nos escogió: molotes de requesón, tostadas de salchicha de Ejutla, enchiladas de coloraditos y muchos antojitos populares y típicos oaxaqueños.
Día 9
La despedida
Gracias Oaxaca por hacerme ver más de lo obvio, gracias por hacerme disfrutar de una buena comida, con una buena platica, contigo enfrente, con el sol arriba, con las nubes debajo, con el mezcal dentro haciéndome perder la razón (porque esa a veces no se necesita) y gracias porque aún con todo, sé que siempre me esperas de regreso con algo nuevo para mí.
Cómo llegue
Auto desde la CDMX.