Si tus viajes te llevan a Madrid, aléjate del restaurante del hotel y de las sugerencias que vienen en el mapa que te regalan en la estación de trenes y haz que tus pies se pierdan entre pasadizos y que tus oídos se acostumbren, poco a poco y con ayuda de un vaso de ginebra, al bullicio; para conocer el verdadero sabor de España, a los laberínticos mercados madrileños vas a tener que entrar.
Y una vez adentro… no te aseguro que quieras salir (al menos yo me quedé el tiempo suficiente como para subir dos kilos en una tarde). MERCADO SAN MIGUEL La capital española tiene el poder de dejar sin aliento a los que la visitan y en su corazón, en donde se cruzan los caminos y en donde el mar no se puede concebir, se levanta el mercado San Miguel. Histórico y monumental, de hierro y cristal, este mercado le es fiel a sus raíces de mercado tradicional (pásele, pruébele, llévese) pero le apuesta a convertirse en un centro de cultura culinaria en donde los visitantes pueden probar creaciones españolas, con productos locales, de la mano de un buen vino. Los puestos: Si pasas por aquí temprano en la mañana, Café del Art es el lugar para disfrutar de un buen café. Para comer, detente en Raza Nostra y pide un buen corte de carne. Si lo tuyo es ver pasar la tarde con un trago en la mano, Carro de Cerveza Fresca, Beer House y La Hora del Vermut te hacen compañía. Para charcutería, Mya Valdalos y Carrasco Guijuelo; y porque estás en España y sería un crimen no hacerlo pasa por la Casa del Bacalao y simplemente disfruta como si fuera Navidad. MERCADO DE SAN ANTÓN Entre decenas de puestos, restaurantes y gallinas que decoran los pasillos, el laberinto de este moderno mercado te llevará a descubrir sabores y colores que no sabías que existían y que ahora, no podrás vivir sin ellos. Es el lugar ideal para, después de recorrer todos sus pisos y sorprenderte por su particular estilo (¿mencioné las gallinas que lo decoran?), sentarte en la terraza a disfrutar de las tardes madrileñas con un buen plato y un buen trago. Los puestos: La charcutería de Octavio y La Trastienda son los clásicos del barrio. Si eres de los que vas por la vida buscando la hamburguesa perfecta, no busques más: Hamburguesa Nostra es EL lugar. El puesto Delicatessen te sacará de Madrid para que disfrutes del sabor de las Islas Canarias (no te arrepentirás) y Sabores del Mar es una marisquería que te hará meditar seriamente sobre la posibilidad de irte a vivir a la playa. No dejes de entrar a La cocina de San Antón: entre luz y diseño, justo en el cielo del recinto, se encuentra el restaurante principal del mercado de San Antón. Degusta el mejor jamón de bellota Cinco Jotas (recién cortado como buen mercado) y pide a la carta platillos tradicionales como queso curado de oveja con manzana vede, pan de coca con tomate de rama, alcachofas a la americana con carabinero y callos a la madrileña (como decía Joaquin Sabina, no quiero que vuelvas del mercado con ganas de llorar). MERCADO DE SAN ILDEFONSO Con un aire que recuerda a New York y al ala industrial londinense, este mercado ubicado en la cosmopolita calle Fuencarral ofrece un break a vecinos y paseantes que quieran disfrutar, después del trabajo, al aire libre pero con techo (por aquello de la lluvia) platillos de primera calidad ready to go y porque por qué no, un buen trago para maridar. Aquí no podrás comprar los productos para cocinar en casa pero todos los platillos están hechos por las manos de verdaderos expertos en el tema. Los puestos: El jamón ibérico de Arturo Sánchez es un obligado, si el laberinto gastronómico madrileño te trajo hasta aquí, tómalo como una señal. Quesería de Mí, es el punto de encuentro para los amantes del queso y todo lo que tenga que ver con él (pide la tarta de queso casera, de nada). La Lonja Malasaña tiene una excelente selección de platillos preparados con lo mejor que el mar trae cada temporada. LA ENTRETENIDA Como buena comedia de enredos, los caminos del amor nos pueden llevar por caminos desconocidos “los unos por no querer, los otros por no poder, al final ninguno se casa”. Para todos los que tengan mal de amores (y para los que no, también), este restaurante ubicado en la calle de Cervantes, por eso el nombre, ofrece para comer, disfrutar y olvidar a aquellos que nos hicieron sufrir: jamón ibérico de bellota y foie de pato para empezar (¿cómo dices que te llamabas?), conchas, pulpos y escabeche para continuar (el amor puede esperar, la comida no porque se acaba), gambas, buñuelos de bacalao y rabo para amarrar (creo que me acabo de volver a enamorar y no, no es de ti). ATALANTA Si, por razones del destino, el laberinto de calles y callejones de la capital española te llevan justo al centro de esta urbe, allá por la Gran Vía… atrévete a entrar a la barra de Atalanta en donde, a cualquier hora del día, podrás perseguir, a la Joaquín Sabina, al mar en un vaso de ginebra (la regla de “beber después de las 12” no aplica aquí), ¡un gin tonic, por favor! Complementa tu bebida con alguno de los platillos a la carta que ofrecen como el lomo de vaca a la parrilla, bacalao a la brasa con suquet de gambones o un steak tartar a la mostaza. CHOCOLATERÍA SAN GINÉS Dos palabras: chocolate y churros. La tradición madrileña dicta que aquí se tiene que probar el primer chocolate del año, así que si terminan en Madrid el primero de enero… ¡ahí nos vemos! Ubicada en el pasadizo de San Ginés, esta chocolatería ofrece lo mejor de lo mejor para los viajeros que se atreven a perderse en laberintos: la mejor taza de chocolate caliente y un churro que te hará pensar ¿hay alguna razón suficientemente poderosa para salir de este callejón y regresar al mundo de calles derechas y lugares conocidos?