Si casualmente te encuentras en Tokio durante el mes de mayo, uno de los no-me-lo-puedo-perder-por-nada-del-mundo, es el gran torneo de sumo.
A primera vista, el sumo parece ser dos gordos con poca ropa intentando sacarse mutuamente de un círculo. Y sí. Pero hay mucho más atrás de todo eso e ir al torneo te hará ser un fan from hell de personajes como Kisenosato (invicto en 2016), Goeido (siete ganadas, una perdida en 2016) y el campeón de este año, Kakuryu.
El barrio Ryogoku, es un barrio completamente dedicado a este deporte; además del estadio puedes encontrar museos, el tradicional y delicioso Chanko sabe (platillo oficial de los luchadores) y los sumo stables, en donde los luchadores de sumo viven y entrenan, por lo que es prácticamente normal encontrarse a los luchadores caminando por las calles.
El evento suele durar todo el día, empiezan con los luchadores más amateurs y cierran con los más pesados (literal). Así que si no son tan apasionados, pueden llegar un poco más tarde, comer ahí y enterarse de qué va. No esperen un evento como el Super Bowl, el torneo de sumo es mucho más tradicional y ceremonioso respetando un deporte y una tradición milenaria: no hay anuncios en el estadio (se anuncian con mantas que entran y salen en cada pelea), ni show de medio tiempo, pero no por eso deja de ser espectacular.
Los boletos se pueden comprar en línea más o menos. En realidad le pagas, vía PayPal, a una persona que el día en el que salen a la venta, va a comprarlos y te los manda a tu país (cuando visiten Japón recobrarán un poco la confianza en la humanidad, pero mientras confíen en mí y cómprenlos, sí llegan) para que cuando llegues a Tokio ya no te tengas que pelear con las maquinitas en japonés para elegir tu asiento.
Para llegar lo más fácil es tomar el metro. La estación se llama igual que el barrio, Ryogoku, y el estadio está a cinco minutos caminando.
También hay fechas para ver las peleas en Osaka, Nagoya y Fukuoka, pueden revisarlas aquí.